N 3: EL TAJ MAHAL, SENCILLAMENTE INCREIBLE.

Llegamos Desde Delhi en bus. De momento no hemos probado los trenes indios, vamos en plan pijo con aire acondicionado y todo… seguimos viajando junto a “grindis”, los guiris indios, aquí están por todas partes. Llena todos los monumentos y templos que visitar, pero eso sí, guiris de momento muy muy pocos…

La llegada a Agra no fue fácil, muchísimo calor, mucha gente que se arremolina alrededor nuestro, niños que se “acercan” y tocan demasiado, el bus que nos deja donde quiere y que nos intenta pedir más pasta para acercarnos al centro, o que demos con ellos una vuelta en plan “turista” por la ciudad por un módico precio adicional... al final, nos dejan en el fuerte rojo de Agra y menos mal que damos con Bablu, un encantador y entrañable conductor de tuc-tuc que será a partir de ese momento nuestro “mas mejor amigo”, (como decía forest gump) Bablu nos lleva a un hostel que conoce y que no está nada mal, nos olvidamos del que teníamos reservado, , nos acerca a visitar en su tuc-tuc el “pequeño Taj Mahal”, de menor tamaño que el famoso Taj, un precioso y encantador “templo”. (realmente estos “templos” no son tal, igual que el Taj Mahal, la mayoría son tumbas) Pero lo más bonito fue que nos enseñó posiblemente le mejor mirador del Taj Mahal, justo en frente del Taj, al otro lado del rio, donde se pensaba que Sha Jahan ( el que mandó construir el Taj Mahal en honor a su tercera esposa donde está enterrada) había mandado construir también un taj Mahal de mármol negro, que se le conoce como el “Taj Mahal negro”.

Cuando estuve aquí hace 5 años había oído que era una leyenda y que no merece la pena visitar el sitio, pero ellos se lo creen a pies juntillas, y desde ese sitio las vistas son INCREIBLES y encima estábamos solos, seríamos no más de 15 turistas. (en este caso todos guiris) Mientras, justo en frente, ves alrededor del Taj Mahal miles de personas como hormigas. Tuvimos suerte y pudimos ver el precioso atardecer reflejado en la inmaculada piedra blanca del Taj Mahal, nos han hecho dos días buenísimos en Agra, nada de nubes ni lluvia. Eso sí, sigue haciendo un calor agobiante y cuando sale el sol, pica que no veas…

Espero que Estefi haya aguantado lo plasta que me pongo a veces, en este caso porque no quería que viera el Taj Mahal desde cualquier sitio por primera vez, porque yo creo, o por lo menos eso me pasó a mí, que es un momento muy especial el verlo por primera vez, y verlo desde la azotea-restaurante de nuestro Hostel donde se ve un cacho de Taj pero también ves a una mujer colgando la ropa, los feos tejados a medio construir, chimeneas por todos los lados, no es lo más bonito que se diga… Total, que menudo espectáculo cuando nada más llegar al Hostel subimos a comer a la azotea y le hago caminar a Estefi con los ojos cerrados para no mirar al frente, donde justo está el “Taj” y la pongo comiendo mirando a la pared… el majísimo camarero llamado Mukesh (que el jodío le había puesto su nombre a un plato de la carta… “Mukesh, ponme un Mukesh con arroz”…. Que bueno!) nos preguntaba alucinado porque no mirábamos las “magníficas vistas” del Taj, no entendía nada. Total, que las vistas por la tarde del Taj desde la zona de Taj Mahal negro que nos llevo Bablu, fueron mucho mejores y mereció la pena esperar y aguantarme incluso en el tuc-tuc “no mires a la izquierda Estefí!!!... Ni ahora a la derecha!!!!”… verdad Estefi???

Al día siguiente, madrugón a las 5 y a ver el amanecer dentro del recinto del Taj Mahal, que realmente es imposible verlo porque amanece antes que abran el Taj, a las 5:30. Pero aún así es precioso también y pudimos disfrutar no sólo de las típicas vistas famosas del Taj y de las cientos de fotos que hicimos, si no también de cómo el Taj cambia de color dependiendo la hora del día. Precioso. Me suele pasar que cuando no tengo nada que hacer y sólo camino por una ciudad para pasar el rato, suelen suceder cosas curiosas y generalmente muy buenas y ahora con Estefi pues más todavía.

 
Después de dar una vuelta con el tuc-tuc de Bablu por la zona comercial “pija” nos fuimos Estefi y yo andando a la zonas del bazzar, los mercados en la calle, lo que nos gusta a nosotros, y acabamos por ejemplo hablando un buen rato con un indio estudiante de español super majete, jugando al 4 en ralla en la tienda de unos niños encantadores, era solo una partida y al final se convirtió en una hora de risas y encima perdí dinero… había dicho que no a una compra en una tienda anterior a la de los niños porque era “caro” y al final me jugué con “Laki”, uno de los niños, que le pagaba más que al de la tienda anterior por el mismo regalo si me ganaba… y pagué más… sólo por la forma de dirigirse a nosotros (no como el resto de los pesados y a veces gruñones y mal educados vendedores) ya teníamos claro que se lo comprábamos a Laki por más dinero, pero eso si… me ganó el jodío, y no solo una vez… (por la noche volvimos a jugar con ellos otro rato) La última sorpresa que nos tenía preparada Bablu era ver en vivo el festival de Shiva, que se celebra una vez al año, y en el que chavales jóvenes (a partir de 13-14 años) van andando descalzos desde pueblos a 80 kilómetros de Agra durante 2 o 3 días y cuando llegan a Agra la gente les de comida bebida (y a veces, no sólo agua…) y ponen a los lados de las carreteras mini templetes con 20 o 30 bafles cada uno y música hindú a un volumen ensordecedor y los chicos cuando llegan a la altura de uno de estos templetes se ponen en frente de los bafles a bailar como locos. Finalmente tienen que llegar andando a 4 de los templos más antiguos e importantes de Agra. Mañana para Jaipur y la región de los Maharajas y sus fuertes y palacios…